domingo, 15 de mayo de 2016

EL INTÉRPRETE MUSICAL, UN NUEVO CREADOR LIMITADO

Por: Andrea Gómez Acevedo


A lo largo de la historia se ha debatido la problemática sobre la interpretación musical. Cuando hacemos referencia a la interpretación musical, pensamos en la forma en que expresamos lo que está plasmado en una partitura, las ideas del compositor por medio de ésta. El papel del intérprete es ser un nuevo creador, que hace uso de su imaginación y otros recursos para darle un sentido a la obra, pero, ¿Hasta qué punto debe tener el intérprete la libertad para modificar los parámetros de la partitura?, ¿Qué tan rigurosos somos al momento de ser fieles a lo que está escrito en la partitura?


Existen dos tendencias interpretativas actuales, Furtwängler las define así: “Fidelidad a las notas” e “Interpretación creadora”[1]. La primera hace referencia al respeto por lo que está escrito, reduce al mínimo cualquier libertad subjetiva. Compositores como Igor Stravinsky y Maurice Ravel consideraban que el intérprete debía ser fiel a la obra, descubrir su contenido y respetar las intenciones del compositor, una postergación personal del intérprete hacia lo que quería el creador. Lo que significa que hay que estar al servicio de la música, desligarse totalmente de la creatividad autónoma, y pasar a ser un ejecutante de la partitura, no un intérprete.


Si queremos ser estrictos al momento de interpretar una obra hay que tener en cuenta aspectos históricos del compositor, la época en que vivió, qué técnica pretendía utilizar (fraseo, articulación, timbre), saber si la partitura está ceñida o no al manuscrito original, para qué instrumentos estaba escrita la pieza musical y qué tipo de instrumentos se usaban. Mientras más lejano sea el compositor de nuestros tiempos, más difícil será hacer una ejecución exacta de la obra, por ejemplo, interpretar una obra hecha originalmente para clavecín en un pianoforte significa perder el sentido de la obra, ya que el clavecín es un instrumento que tenía distintas sonoridades para cada tonalidad.
En los últimos años ha crecido el interés por los musicólogos, historiadores y los mismos músicos por revivir los instrumentos del pasado, sólo con el fin de acercar al oyente a una experiencia más cercana y exacta de las sonoridades que buscaba el compositor.
Para lograr una buena versión de una obra determinada, hay que comprender plenamente el estilo compositivo del compositor, analizando melódica y armónicamente la pieza, ver la partitura desde una perspectiva histórica. El musicólogo Peter Walls, define esto como una “lectura abundantemente contextualizada”.[2] Además, tratar de entender al compositor desde un proceso orgánico (psíquico), lo que reflejó de sí mismo en la obra.


La interpretación creadora es darle un estilo propio a la obra, concebirla de una forma más individual y libre, sin sobrepasar los límites de lo que quiere el compositor. Su búsqueda es hacer brillar el pasado bajo una luz diferente. En contraposición a lo que busca la tendencia a la “fidelidad de las notas”, la interpretación creadora es mucho más práctica al momento de ejecutar una obra, por ejemplo, en una partitura hecha hace más de 100 años, no podemos dar el menor indicio de la intensidad real de un forte o un piano, en la actualidad cada nivel de intensidad debe estar en función del instrumento o instrumentos que lo interpretan, por ejemplo en un tutti, el trombón no puede hacer el mismo forte que el oboe. En la interpretación, el gusto personal va ligado a la libertad que el intérprete quiera darle, es una cuestión estética.


Si hablamos de creación, hay que mencionar a los nuevos compositores, llamados contemporáneos, quienes como reacción al acartonamiento entraron en contraposición ante “lo antiguo” y por consiguiente, a su propio pasado. No querían crear un estilo compositivo ligado al pasado y así mismo, encomendaron eso al intérprete.


La estrecha relación pasado-presente en la interpretación musical se ha convertido más que en un interrogante, un problema para el intérprete. Cada época tenía su propio punto de vista con respecto a la interpretación, pero hay maneras de ilustrarnos sobre la forma en que se interpretaba la música, por ejemplo, por medio de los textos y la literatura escrita por los mismos compositores o estudiosos de cada época. Aun así, cada época tenía su propio estilo interpretativo frente al pasado, de acuerdo a sus propias necesidades. En conclusión, es responsabilidad del intérprete realizar las intenciones del compositor, entendiendo los límites entre lo que quiere expresar y lo que queremos lograr con la obra. Hay que tener presente debemos ser muy abiertos a la posibilidad de cambio, y darle relevancia a lo que es realmente importante para preservar el estilo. Cuestionarnos hasta qué punto deberíamos sacrificar la creatividad y la libertad como intérpretes para lograr una concepción literal de una partitura.






[1] Furtwängler, Wilhelm. Interpretación problema capital de la música. En Sonido y Palabra, Ensayos y Discursos (1918-1954) Ed. Acantilado, Barcelona, 2012.
[2] Walls, Peter. La interpretación histórica y el intérprete moderno. En Rink, John. La interpretación Musical. Ed Alianza, 2006. Madrid

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